Buda nunca se va
porque cada vez
que intenta irse
solo da pasos en falso
en suelos plagados
de escarabajos
y sabe que a cada pisada
estos crujirán bajo su peso,
y al igual que le sucedería
a una pizza pepperoni
al estamparse bajo
el influjo de la ley de murphy
con el queso besando el suelo,
al levantar el pie,
sus suelas quedarían
pegajosas a causa
de las pastosas tripas.
Para quien intente
buscar las cosquillas
a Buda, debería saber
que Buda solo se enerva
cuando alguien mete
sus huesudos dedos
por entre sus fosilizadas
costillas para hurgar
en su encostrado corazón.
En ese caso,
Buda busca la pizarra
donde tiene anotadas
sus cuentas pendientes
y comienza a arañarla
con uñas y dientes
hasta que tanto
las unas como los otros
quedan astillados
de manera que los decibelios
de los chirridos
sean tan elevados
como para hacer
sentir dentera
a las dentaduras postizas.
Buda no pone la otra mejilla
cuando le tocan la fibra,
pero cuando ve a alguien
enroscándose
en su propio menosprecio,
no puede por menos
que compadecerse.
Buda nunca se va,
aquí o allá siempre está,
algunas veces hace ruido
para ponerle el cascabel
al gato o a la gata
y otras veces acostumbra
a guardar silencio,
lo que no significa
que Buda se haya esfumado,
porque Buda siempre está.
- Autor: Joseponce1978 (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 15 de septiembre de 2018 a las 16:17
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 66
- Usuarios favoritos de este poema: Ana Maria Germanas
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