Mi reflejo opaco. Misma forma, mismos pelos, misma expresión, misma mirada.
La desgracia es un espejismo. Un níveo y translúcido espejismo dónde el sol se refleja, dónde los colores viven y dónde los ojos pueden.
Fui relegada a ser una simple proyección, desterrada en otra dimensión inferior, y sin voluntad propia: sobrevivo a los días mientras soy arrastrada por los suelos, estampada en las paredes...
Nos encontramos únicamente cuando apaga las luces. Nos fundimos en una, sumergiendonos en nuestro propio mar de negrura y crueldad, la zona más árida y despiadada que hayamos podido habitar. Y ahí cuesta respirar, por culpa de esa densidad en el pecho, ese "nudo", que soy incapaz de desatar. Conocido también por "palabras", el limo viscoso que se condensa en el corazón y lo vuelve rígido al hablar.
Y todo como si fuera un sueño, como si no ocurriera nada al salir el sol. La noche es el único escenario.
Amanece y vuelvo al reflejo de mi reflejo. A la sombra que mi sombra proyecta.
Bombeando tristeza por mis venas, convertida en un pozo de lágrimas que nisiquiera puedo sentir. Sé que escuecen porque veo las marcas en el reflejo. Estoy cosida a sus pies, sí, pero demasiado lejos como para escuchar el rumor de sus quejidos.
Es humano tener sentimientos.
Es de sombras ser criaturas depresivas, monocromaticas y perdidas.
Comentarios2
Me ha gustao esa forma de decir.
un abrazo
Duro poema, como a veces es la vida. Me gustó.
Bienvenida al portal.
Saludos.
Pau
Un beso enorme
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