Gala y Dalí.
A melancolía suena mi melodía debe ser el sol del mediodía, debe ser la calma y recordar tu cara.
Por ver este claro cielo, cual ave de plumaje plata, remembrar que hasta hace unos meses en él me encontraba planeando boca arriba y feliz.
Tengo que confesar que todavía no te he olvidado y probablemente nunca lo haga; te advertí que eras para mí como la musa de Dalí, excepto que yo si te perdí.
Te echo de menos.
Te echo de menos, tanto que me fatiga el alma tu recuerdo.
Antes de ti perdido ya estaba pero cometí el error de pensar que al perderme en tu mirada la vida me indultaba.
Ahora aparte de perdido estoy roto, vacío y caigo en picada.
Susceptible.
Soy susceptible a amar en días lluviosos y en días fríos.
Deslizar mi dedo por tu piel y ocasionar escalofríos.
Ver al fondo unas montañas azules, el amanecer plateado, las nubes color plomo y probar tus odiosos cafés dulces.
Extasiado y por fin casi sin pensar, actuar y con mis escamosos labios cobijar los tuyos, seda contra mármol, mientras mis manos calientan tus muslos.
Al compás del agua que inunda la ventana hacernos nudo sobre mi cama.
Con el pasar del viento helado rasguñarte y morderte la espalda.
Aún recuerdo tu amor en los últimos días de noviembre, cuando inicia el invierno.
Jardín Japonés.
Es hermoso y complicado como un piano te puede ir guiando.
Cierro los ojos y no sólo veo, respiro y huelo a verano; tarde, agua y a salitre.
Otras veces siento sólo el calor y me voy a un sábado al medio día en un jardín del Japón tendido en el piso mientras me imagino ser una flor, pues noto lo aprisa que me recorre un colorido coleóptero ; me veo en sus ojos y al volar, a mí se acerca.
Es en ése momento que regreso y que la pluma cesa.
- Autor: Pepe Golpe (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 25 de septiembre de 2018 a las 01:50
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 26
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