El centeno que corta el aire

Margarita García Alonso

 

Heme ciega en la siega del cerro

cuando pinto al centeno

que corta el aire.

 

Heme en la siega ciega de

la lluvia de cascarilla

que recorre el poro

blanquea la azarosa chaqueta

donde escondo tabaco negro,

hojas finas, papeluchos con versos

y el encendedor presto.

 

La culpa me doblega,

me enferma cortar

este campo que observa

desde el auto

el turista del verano.

 

Con cada golpe de azada

cae un pensamiento de Van Gogh.

 

En mi espalda dos mujeres

se afanan en juntar montañas

hasta que llega el tractor y oprime

con insoportable quejido

la hojarasca.

 

No hay paisaje, no queda centeno,

la extensa planicie muerta

en la bota que salta

sobre la guarida de conejos.

 

La noche se acerca,

huele a la santísima

mezcla del alma de las plantas

con la inmensidad de océano.

 

Al amanecer iremos a abalear

en las cuencas.

 

La tormenta se acerca

pero ya nada queda en pie,

nada a desbaratar,

es solo una mala noche

hasta que lleve la harina al hostal

y el pan embriague

la boca de los Hombres.

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