LA DAMA DE LOS SOMBREROS
Un día más sentada ante su tienda
en el banco que ocupas cada día,
al acecho de aquel que más querías,
tejiendo como siempre alguna prenda
con la que revestir tu soltería.
Te afanas obsesiva en tu labor,
soportando los fríos y calores,
masticando los crueles sinsabores
causados por aquel ingrato amor
que traspasó tu alma de dolores.
Y tan sólo abandonas tu labor
para centrar de nuevo tu mirada,
nostálgica, triste y enamorada,
en el hombre que te juró su amor
para dejarte luego abandonada.
Aquel amor paralizó tu vida,
tu mundo se detuvo de repente
trastornando tu lógica y tu mente.
Y desde aquel, momento tu alma herida
se muere cada día lentamente;
tocada de estrámboticos sombreros,
con vestidos de ciento y un colores,
aislada, insensible a los rumores
de la gente que pasa, a los obreros,
perdida en tus mundos soñadores.
¿A dónde viajará tu turbia mente
enredada en la niebla del pasado?
Quizá volviste a aquel amor frustrado,
el que viviste apasionadamente
y que dejó tu corazón bloqueado.
Atardece en la plaza de Arriquíbar
y cientos de estorninos y gorriones,
te acompañan con trinos y canciones,
en tu triste soledad llena de acíbar
de un amor que mató tus ilusiones.
Y de repente, te envolvió la noche.
Recogiste la bolsa de tus lanas,
una última mirada a la persiana
cargada, como siempre, de reproche
y te perdiste en esa jungla urbana.
Y como en la canción de Mocedades,
(“en todo el barrio te llamaban loca”)
tú viajas sin parar de boca en boca,
sin que entiendan tus tristes soledades
y que es amor lo que te descoloca.
Jose Cruz Sainz Alvarez
Septiembre de 2018
- Autor: donrevis ( Offline)
- Publicado: 27 de septiembre de 2018 a las 14:48
- Comentario del autor sobre el poema: A \\\\\\\\\\\\\\\"La Loca de Arriquíbar\\\\\\\\\\\\\\\", figura icónica de Bilbao con una romántica pero triste historia de amor y desamor, donde ambos protagonistas acabaron perjudicados; ella trastornada al sentirse abandonada y él amargado al verla, durante años, día a día, sentada en el mismo banco de la plaza Arriquíbar, frente a la tienda de ultramarinos que él regentaba, hiciera frío, calor, con agua o nieve, recordándole su traición.
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 135
- Usuarios favoritos de este poema: pani, itxaso, Maria Hodunok.
Comentarios1
Preciosos versos a una persona que sufrió por amor todo el resto de su vida.
Y me emociona, porque forma parte de los recuerdos de mi infancia. Yo estudiaba en un colegio muy cerca de la plaza de Arriquibar y la veía mañana y tarde diariamente, durante años y años, siempre tejiendo, con unos sombreritos imposibles, distintos todos los días, sentada exactamente en el mismo banco de la plaza. Recuerdo cómo nos parábamos a mirarla y nos reíamos, como niñas que éramos, que sabíamos poco de la vida.
Hoy en día la plaza es de diseño, no están los árboles llenos de estorninos ni gorriones ni por supuesto aquel banco ni aquella figura que quedó fijada para siempre en mi memoria
Un abrazo
Son esos mismos recuerdos, o unos muy parecidos, los que me inspiraron para escribir este poema.
Yo trabajé durante años en el Edificio Ercilla y fueron muchas las veces que la observé sentada impasible en aquel banco.
Muchas gracias por tu visita y un fuerte abrazo.
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.