Cueyatl

Carmelo como siempre de viaje.....

Hace unos días llegando a un pueblo Náhuatl llamado Cueyatl, una pequeña comunidad de ranas.

Un día se propusieron un reto: subir a lo alto de una torre de hierro que se erguía cerca de ellas. Todas se entusiasmaron con la idea. Hasta una rana muy especial llamada “Nati” con la que Carmelo se comunicó de que no forma muy singular y le dijo que ella más que todas podía lograrlo, porque tenía un súper poder y cualidad que las otras no tenían....

Se hizo publicidad del evento y acudieron muchos habitantes de los territorios
colindantes: pato, peces, pájaros, libélulas, ciempiés… y también juncos, hierbas de distintas clases, árboles… Cuando el público asistente vio la torre se asombró. La opinión general fue que las ranas no podrían conseguir su reto y así se lo hicieron saber a ellas. Pero las ranas tenían muy alto su nivel de motivación y de autoestima.

Comenzó la carrera por la conquista de la cima de la torre. El público gritaba:
- Es imposible.
- No podrán conseguirlo.
- Es superior a ustedes.
Cada vez más las ranas desistían de su propósito y se desenganchaban de la carrera. Al rato, sólo una de las ranas seguía adelante en su propósito y precisamente esa era Nati.

Pero el público no dejaba de manifestar sus opiniones desalentadoras:
- Déjalo. No lo intentes más. Ya has hecho bastante…
Pero Nati seguía. Cuando ya sólo le separaba de lo más alto como dos palmos de distancia, se produjo un silencio general, el silencio de lo asombroso, del milagro. Y, efectivamente, la valiente rana llegó arriba y desde lo alto levantó sus patas delanteras en señal de triunfo y de felicidad. La gente no tuvo más remedio que aplaudir.

Felicitaron a la vencedora mientras le preguntaban:
- ¿Cómo lo lograste? Todos estábamos seguros que no podrías...
Entonces se dieron cuenta de que la rana que consiguió el éxito era sorda y no escuchaba nada. Por ende tampoco escucho cuando los demás le decían que no podrás y solo confío en lo que su amigo Carmelo le dijo. “Tú puedes “ y así lo hizo.

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