Viví muchos meses soñando con tu voz
y tus palabras,
creyendo en un sueño infantil
que tú animaste.
Viví con las luces de la infancia
que alumbraban mi ceguera
y me llevaban tras tus pasos.
Viví en la mentira de la vida juvenil,
en un otoño edulcorado por las risas
y caricias de tus labios.
Viví una utopía seductora
con la ilusión de los mendigos
que persiguen las migajas de unos dedos
que se unan a los suyos.
Viví y desperté, una mañana,
tras sufrir la pesadilla
de aquel mundo inexistente
que formó mi fantasía.
¡Entonces comprendí cuánto te amaba!
Rafael Sánchez Ortega ©
09/09/18
- Autor: Pyck05 ( Offline)
- Publicado: 29 de septiembre de 2018 a las 05:28
- Categoría: Reflexión
- Lecturas: 22
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