Una tarde cualquiera
de un día cualquiera
—poco importa ahora eso—
me armé de valor y me dije:
A buscar esa fuente
que agua tan clara emana.
Sin nervios, sin motivos tampoco,
me presenté en el lugar adecuado
y a la hora justa.
Dos límites y un logaritmo
danzaban por la pizarra
de arriba abajo.
Sinfonía inacabada penetró
por mis oídos montada
en carro de algodón. Avanzó
y avanzó…
No podía creer lo que
en esos momentos estaba viviendo.
Era como pasar del cero
al infinito.
De la Nada al Todo.
Ahora
los límites y el logaritmo
invadían la cristalera.
Manos unidas, dientes relucientes
y ojos cristalinos de invierno
constituían el
“do-re-mi”.
Al volver mis zapatos débiles
pisaban fuerte
sobre el albero mezclado
con asfalto
de la trémula calle ajardinada.
Mozalbete espigado, trapo al ristre,
daba al traste
con los límites y el logaritmo.
- Autor: J.R. Infante (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 1 de octubre de 2018 a las 07:22
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 15
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