vale poema a mis nietos

Alejandro Tejero Escribano

Vale POEMA A MIS NIETO

 

El jubilado vagaba

Por calles y por jardines

Con la mirada extraviada,

Pensando en los querubines.

 

    Así el jubilado ambula

   Con su mente ya perdida,

   Amores no confabula

   Con el alma confundida.

 

            Ha perdido la esperanza,

De la vida, la alegría,

Ya no goza de confianza

Por falta de su energía.

 

Qué absurda es la realidad

Al perder toda confianza,

Y vivir la oscuridad

Que anula toda esperanza.

 

En el jardín de mi vida

Tres capullos han surgido

Con la esperanza atrevida

De que lleguen a floridos.

 

Al surgir esas tres rosas

La mirada cobra brillo,

El corazón ya rebosa,

La vida adquiere sentido.

 

En mis sueños aparecen

Tan florecidas y hermosas,

Ayudarlas se merecen

Para brillar armoniosas.

 

Alejandro es el primero,

Irene, segunda llega,

Y Daniel es el postrero,

Ya está el trío de colegas.

 

El mayor es el más fuerte

La segunda, niña, dulce

Y el pequeñín es un duende

Que todo se lo revuelve.

 

De mis nietos el primero

Su sonrisa en foto tengo,

Que me sirve de lucero

Por ser mi primer recuerdo.

 

Irene, segunda viene,

La pareja se completa,

Por tener lo que conviene

Macho y hembra que se intenta.

 

Daniel el tercero nace,

Por ser el inesperado,

Cariño mayor merece

Que todos le hemos honrado.

 

Son los tres muy avispados,

Quiero a todo por igual,

No sé cual es más amado,

Para no romper el ritual.

 

Cada uno tiene su encanto

Y gracia para admirar.

Así tengo que ser cauto

Para a ninguno olvidar.

 

Son la postrera esperanza

De despertar mis afectos,

Las huellas de la confianza

De ser abuelo perfecto.

 

No existe amor verdadero

Sin tener el primer nieto.

Los amores de heredero,

Madre y esposa son viento.

 

En casa de los abuelos

Los nietos son los que mandan,

La disciplina es pañuelo

Que vuela por la ventana.

 

El abuelo con caricias

Arregla todas las cosas.

Los nietos con sus sonrisas

No admiten voces latosas.

 

No seré abuelo perfecto,

Pero a su lado estaré

Con mis consejos correctos,

Con experiencia y saber.

 

Son necesarios consejos

Para aprender a ser fuertes,

En los caminos tediosos

De los humanos sufrientes.

 

Mientras mi cuerpo mantenga

La energía que da vida,

Lucharé para que tengan

Apoyo, amor y acogida.

 

Sus besos son alimento

Del amor que los profeso,

Si faltaran de su afecto

La vida será un deceso.

 

Mi conciencia se refleja

En sus ojos y en su voz,

Donde el tierno amor me deja

Sus besos de portavoz.

 

Ellos dan fuerza y vigor,

Siempre me recordarán

Que por sus venas valor

De mi sangre correrá.

 

Reflejándome en sus ojos

Me despiertan la conciencia

De borrar recuerdos negros

Que acumula la experiencia.

 

Subyugado con sus vidas

Con lazo de fuerte amor,

Que me llevan a la amnesia

De angustias y de dolor.

 

No se da mejor acuerdo:

Que manita de mi nieto,

Aferrándose a mi dedo,

Apoyo busque en su aprieto.

 

Siempre tendré la ilusión

Cuando el miedo les aflija,

Busquen siempre solución

Para que yo les cobija.

 

Gozar sin límites quiero

El placer de compañía

Y darles mi amor sincero

Hasta mi cierta agonía.

 

Ellos son siempre el lucero

Que me señala el camino

Para seguir el velero

Al puerto de mi destino.

 

Son la estela que ilumina

El final de mi camino,

Son tres luceros que animan

Cumplir mi postrer destino.

 

Cuando me llame la parca

No quiero dejar tristeza,

En su recuerdo aparezca

La alegría en sus cabezas.

 

Si de este mundo me fuera,

Al oír tristes suspiros

Y la alegría no huyera,

La tumba será un respiro.

 

Nunca me lloréis, rapaces,

Ni enturbies ya mi esperanza

De ser mis huesos capaces

De descansar con templanza.

 

El nieto forma el principio,

El abuelo es ya el final,

Los dos juntos el compendio,

Forman el ciclo vital.

 

Alejandro Tejero Escribano. Gijon, 4-1-2001.

  • Autor: esteal38 (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 4 de octubre de 2018 a las 06:41
  • Categoría: Sin clasificar
  • Lecturas: 18
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