Hay un precepto que rige la costumbre
de hallarse esquivo, huidizo,
ignorante y ajeno a la vida.
Quizá un hombre, quizá una mujer,
se alejen oscuramente perdidos
mientras el sol sigue mermando
en el envés de las hojas.
Las caricias límpidas e hirientes
que vuelan como susurros tangibles
hielan igual que el estallido de una pisada
sobre el corazón quebradizo del otoño.
El ayer se resarce acorazado
en una melodía profética
y, atoradas por el fragor que se estremece,
en las trincheras no retumba
más que el círculo sempiterno
de los bosques de antaño.
Las raíces se detienen a beber de los ríos
con la misma calma que la lluvia
al caer sobre los resquicios de una roca.
Y el cansancio manifiesto en tantos rostros
con expresiones cada vez menos precisas
perfila la memoria plomiza y arrugada
cuando se escuchan, lejanos y trémulos,
los cantos jocosos y vetustos.
Quizá era un hombre o quizá una mujer.
No lo recuerdo.
Recuerdo solo el fervor de los días
acostándose eternamente sobre el bramido
de las hojas secas.
No esclarece con la lluvia tanto olvido.
© Derechos reservados.
- Autor: Lucia Rodriguez Lopez ( Offline)
- Publicado: 12 de octubre de 2018 a las 11:08
- Comentario del autor sobre el poema: #Otoño
- Categoría: Reflexión
- Lecturas: 64
- Usuarios favoritos de este poema: MARFRAM, Fernando?, Amalia Beatriz Arzac
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