La vi empeñando su aureola para transmutar en un ser alado y demoníaco, guardián del status quo de la perpetua injusticia, déspota y usurera que impera en el reino atemporal del amor.
La estela de su aroma, ese que me recordó a los jardines preterrenales, hoy me significa un sendero espiralado con rumbo inexorable a la oscuridad abisal del arrepentimiento y el martirio. Mientras que las partículas de su piel en mi boca saben a la hiel única de la desilusión. Los ecos de su voz, provenientes del hueco donde yacen crujientes las ruinas de un corazón ingenuo, entonan al unísono la estridente melodía de la derrota.
Podría aseverar que la desnudez de su alma fue una experiencia cercana a la muerte. Y sin embargo, maldigo la desgraciada suerte de haber sobrevivido. Pero no se trató sólo de esta desaparición repentina sino también del cúmulo de virtudes que me robó, ocultas en la sombra de lo último que decidió obsequiarme. Su espalda. Que desafiando a la física, se contraía y expandía a la vez cuando se alejaba. Y al final el escaso avance por la escarpada pendiente resultó en un alud de pérdidas y retroceso.
Cuando no sos un tipo de negocios y malgastás todos tus ahorros, es inminente un cierre por quiebra.
- Autor: Franco Castillo (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 25 de octubre de 2018 a las 23:34
- Categoría: Amor
- Lecturas: 8
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