Me miré las manos,
tiemblan.
Intenté detenerlas,
siguen temblando.
Traté sostener
de vidrio una esfera.
Mis dedos no la soportan
y cae, se destroza.
Siento hervir mi sangre,
corriendo en torrente.
Percibo arder mi vientre,
duele, palpita, se agudiza.
¡Mi cuerpo está caliente!
Me retuerzo, y ruedo,
me expando y contraigo.
Sigo temblando.
¡Estoy quemando!
E internamente
veo una ardua guerra.
Entre una muerte anónima
y un escueto cuerpo.
Entre un fuego que consume
y la carne, propensa a achicharrarse.
Entre una oscuridad intimidante
y una tenue chispa, apagada y delirante.
Comentarios1
Me ha encantado. Un abrazo.
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