Las horas dejan de ser
en el voluptuoso temblor de tus caderas
y tú, estoica, irreverente, viva
anidas del otro lado de mis fantasías,
vas de un extremo al otro,
en el zigzagueo pendular de mis dudas.
Mientras,
los segundos se disuelven
en un mundo surrealista,
raro,
muy raro,
donde existes
en los algoritmos de mi mente.
Se rompen los exilios
y apareces
en los diametrales vitrales
de mis blancos sueños.
El tiempo se desvanece
en la efímera eternidad
de mis manos
y me olvido
por un instante de tus detalles,
fruta y anatema y conjuro.
Pero la muerte es un gris silencio,
inexpugnable, de lejanas nieves,
grabadas en el opaco y amarillento cuadro
de una muralla olvidada.
Y un clavo como testigo
cuelga los desechos
de un amor de invierno.
Y siento un devastador miedo
de que te extravíes en los insomnios
de mis tempestuosas lunas
que gimen tus misterios.
Y no vuelvas a ser lo que solías
y perdure tu silueta
en el precipicio de un crepúsculo.
Y solo vivas en la memoria.
Aunque la distancia ya no importe.
- Autor: Neftali Paz (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 30 de octubre de 2018 a las 12:01
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 61
- Usuarios favoritos de este poema: mariapdfoxa
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.