NEGRO SOBRE BLANCO

Besa la Luna los párpados,
plegados sobre sus órbitas.
Alimentando los sueños,
que en realidad se transforman.
Y girando como astros,
en la sima de sus cuencas.
Repiten las letanías,
que denuncian su existencia.

Negro sobre blanco estallan,
las figuras que le cercan.
Revelando sus principios,
de fútiles sombras hechos.
Y en el fondo del recuerdo,
donde quedan los deshechos.
La fetidez se abre paso,
queriendo salir a fuera.

Bebe la pócima ajeno,
al honor que sacrifica.
Vaciando sus entrañas.
Como el verbo se vacía,
en la última morada.
En la postrera pisada,
la razón se difumina.
Dando a la tierra el honor,
de apropiarse de su alma.
El sueño bruñido queda,
reflejando su ceguera.

Pérfidas noches de insomnio,
convertidas en dilemas.
Donde se ciernen las dudas,
y las livianas promesas.
En telarañas prendidas,
como luciérnagas ciegas.
Se debaten las ideas,
que se rinden sin respuestas.
Como gorriones en jaulas,
de factura principesca.

El sopor se va adueñando,
de las enjauladas testas.
Durmientes que no se alteran,
ni con feroces tormentas.
Abducidos por susurros,
que hasta la brisa se lleva.
Vidas que el olvido agosta,
como ancestrales trincheras.
El sueño queda latente,
como una perpetua hoguera.

Entre las nubes de plomo,
resquicios de luz despiertan.
A.L.
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