Y este pueblo de amistad y bulla
recibía con entusiasmo a la gran caravana circense
que traía entre su elenco al gran mago de oriente.
admirado por su arte, magia y cordura.
Conejos, corbatas, palomas salían del sombrero
y con gracia singular, atraía las miradas... atraía la de ella.
La gracia lo acompañaba, era el rey del gran elenco,
llegando a conquistar a su admiradora.
Y el gran elenco del pueblo alegre y amigo se alejó,
el mago su gran acto de amor se llevó,
viajando de pueblo en pueblo de la mano de su amada
que se sentía por su magia conquistada.
Pero el mago su gran acto no cambió
y la rutina a la amada inquietó.
La insatisfacción la comenzaba a consumir
pero el mago no lo podía percibir.
Ya el mago no atraía a la multitud
su magia poco a poco se murió.
Hasta que llegaron a la gran ciudad.
Y el elenco entonces se renovó.
Apareció en escena el gran payaso,
qué al principio no figuró,
pero que poco a poco el maquillaje lo transformó
convirtiéndose en lo mejor del espectáculo.
Su gracia causaba atracción y alegría
y el circo otra vez se llenó de algarabía,
y alegró el corazón de la dama del mago
cuyos actos ya no tenían pago.
El mago, al ver que su magia perdió,
solo y triste se sintió,
y al ver a su doncella cambiar de seducción
lloró pensando que había acabado la canción.
Mi magia se acabó, pero por qué la de ella,
pensaba y pensaba mientras el circo estallaba
en aplausos al gran bufón
que ahora contaba con la gran admiración.
He de hacer mi gran acto, pensó,
aunque de mi vida sea el último.
Y fue una noche de poco público
donde al mago se le concedió.
Aquella noche la doncella lo vio.
Y su acto empezó.
Tomó su viejo sombrero y vacío lo mostró
tapándolo con un manto negro.
Y con su varita las palabras mágicas exclamó:
Sal de ahí, oh gran ser, y muéstrate en el ruedo.
Y metiendo la mano en el sombrero
un enano rojo entre sus dedos sacó.
Bravo, Bravo, el gran mago volvió.
Qué gran acto, qué ilusión.
Y el mago de rodillas cayó a la gran ovación.
Pero entre la aclamación y el bullicio
nadie dio cuenta que el enano rojo
en agua roja se convirtió,
y en ese charco encarnado el mago su rostro apoyó.
Solo la doncella lo vio.
Corrió a su encuentro gritando
Mago, mago, no, no,
levanta tu rostro, aquí estoy.
Y el mago, al escuchar su voz,
en un último esfuerzo, la mano estiró
y mirando a los ojos de su doncella, exclamó
Mi gran acto a su fin llegó.
Toma, te entrego lo último de mi moribundo corazón.
E inclinando la cabeza, expiró.
El poco público al ver el adiós
rindió tributo al mago, que en coro se escuchó
Mago torpe, tantas flores en el jardín
Y por una se murió?
Y abandonaron al circo
Y el elenco se marchó
Y la doncella, mirando el cuerpo inerte,
Sin el mago y su magia se quedó.
- Autor: Arcos ( Offline)
- Publicado: 3 de noviembre de 2018 a las 08:30
- Comentario del autor sobre el poema: La tristeza y el dolor en el corazón por el desamor de la amada.
- Categoría: Triste
- Lecturas: 31
- Usuarios favoritos de este poema: Mauro Enrique Lopez Z., Isabellaa
Comentarios1
Este poema, más qué tal, es un compartir de una etapa muy triste en mi vida.
Cuando la magia del amor se acaba, solo queda vivir por vivir.
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