Hoy, paseando,
con todos mis sentidos
he reparado
en la mujer perfecta,
de metro setenta y dos.
Llámame pervertido.
De arriba a abajo
-en mi imaginación-
la he desnudado.
No solo de la ropa.
De carne y sangre
y hasta de queratina
la he despojado.
¡Vaya que huesos!
Los fémures turgentes
y un par de tibias
que ya quisiera,
el más feroz pirata
colgar en su bandera.
Ese conjunto
que forma la cadera.
Con cuyo movimiento,
a todos los soldados
se les levanta
el arma de sus manos
para abrazarla.
Y viendo el cráneo,
tan blanco y reluciente,
con sus dos temporales,
sus parietales,
frontal y occipital,
que ganas dan
tomarlo y proclamar
que la cuestión no es ser
ni el Ser es la cuestión.
Al cabo de la calle,
refrenar mis instintos,
no he podido.
Y con mis propias manos,
a su esternón
tratando de llegar,
he palpado de frente
su costillar.
Paralizada ha sido.
mi pretensión.
Con sus metacarpianos,
las falanges distales ,
y las mediales,
prietas las proximales,
en un puño ha cerrado.
Tal golpe me ha asestado
que, como en la era el grano
mis muelas ha aventado.
Y yo que no soy franco,
ni seré, ni lo he sido.
He de decir y digo,
que contra esas falanges,
ni el Ejercito Rojo
habría podido.
Desde el suelo la admiro.
Sus cúbitos y radios
con sus húmeros, son
como aspas de molino.
Así se aleja
moviendo el maxilar
mientras me deja
inerte, en posición
decúbito supino.
- Autor: Julio Macott (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 4 de noviembre de 2018 a las 19:15
- Categoría: Erótico
- Lecturas: 53
- Usuarios favoritos de este poema: Joselin Guzman, Viento de amor, Julio Macott
Comentarios2
Da miedo y a la vez divierte 😛
¿¿??
Qué tal descripción, me gustó. Quién alguna vez no hizo lo mismo?...creo que todo varón, admira la belleza externa de la mujer. Un placer pasar por tu espacio poético.
Saludos cordiales.
Es un verdadero placer tener un lector como usted.
¡Cordial saludo!
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