Noche tras noche, la misma alucinación; tú y yo acompañados de un bosque ausente de vegetación. Un viejo columpio en oxidación, unas cuantas lágrimas que se derraman sin ninguna razón, y no puedo hacer nada, sólo soportar.
Una madrugada más de insatisfacción, un centenar de planes muertos con una maleta a medio llenar, París tendrá que esperar, quizá en otra vida podamos viajar, pero al menos por ahora, sólo soportar.
No vuelvas más, no me vendría mal un poco de paz. Desde que llegaste a mí, no hago otra cosa que pensar en ti. Es perturbador, la obsesión se apoderó ligeramente de mi imaginación, y deseo tanto tener de nuevo una noche feliz.
Si me necesitas ahí estaré, sé que parece hipocresía antes de finalmente despedirme. No me queda ni un mínimo ápice de comicidad, aquí tienes un payaso triste intentando enamorar, y un absurdo fracasado que no te hará reír, pero llorar, tal vez sí.
Te extrañaré, y podría esperar, quizá en otra vida te podría encontrar, y entonces tenga la oportunidad de hacerte reír con aquellos chistes malos que solía contar.
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