Un día comprendí que había dejado atrás
la primavera
y que en ella quedaban dormidos
muchos sueños y proyectos.
Un día recogí el soplo de la brisa
que volvía con fuerza hasta mi lado
y entendí el mensaje que dejaba.
Un día volví a la vida maltrecho y sediento
pero con la esperanza
de encontrar unas nuevas mariposas.
Un día me di cuenta de que los corazones latían,
las pupilas miraban,
los pajarillos cantaban en los árboles,
y los niños corrían en la plaza…
Y todo esto lo vi en los ojos del anciano
sentado en un banco del jardín.
Rafael Sánchez Ortega ©
21/10/18
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