Tropezaron en la curva ,
Ninguno miraba a nadie,
les gustaba ser el espectador externo,
que no es percibido,
y que solo interrumpe el trote
ante imágenes bellas.
Porque correr es una cosa,
Pero correr con todos los sentidos puestos en la tarea es otra.
Y ambos iban entregados al ejercicio siguiendo el sendero de los rosales
cada uno en dirección opuesta
exhalan, transpiran
hasta que abruptamente se cruzan en una curva.
Ella no lo miró fijo a la cara
Pero se percibieron
Tal vez más el a ella
Porque
En ese instante el reflexionaba sobre la magia de la vida
Sobre la consecuencia de las acciones
Y la posibilidad cuántica
de atraer lo que somos.
El tiempo se detuvo,
y la imagen de la corredora se estatizó en su mente.
Una postal del cerro y la cordillera reflejando el sol del atardecer
lejos, el ritmo juega con el horizonte
Y ¡cuántos regalos aparecen!
Nuevas rutas,
Aromas,
atractivas congregaciones
Y ella
De golpe sobre un espectro desconocido,
Reconcentrada en el camino de arena,
sudando, y con el rostro enrojecido.
En ese fugaz segundo en el que sus universos se susurraron
Mientras pensaba que nadie podía interferir en esa ecuanimidad
aparece la sorpresa entorpecida,
La absoluta y necesaria necedad
De las ideas
refutadas por un instante absurdo;
El flujo, la expansión del propio ser
el amor.
!Que bálsamo nos da la ligereza mental
Y que mágico es encontrar en tu camino,
Cuando no lo esperabas,
Justo lo que estabas buscando;
Una inspiración.
- Autor: No (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 6 de noviembre de 2018 a las 00:09
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 15
- Usuarios favoritos de este poema: Santiago Miranda
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