Ser espacio independiente,
rincón ausente entre las hojas,
vaciarse en barranco de niebla
para terminar en el carbón volátil,
en el sonido de los tiburones sueltos,
en la melena de los soles que caen
a la tierra como semillas ígneas del todo.
Amanecer como un espectro
en las calles enterradas del tiempo,
levitar como un niño que imagina,
volverse un explorador de las avenidas
donde no cabe ni un alma,
hacerse historiador de la cultura
donde la indiferencia es lenguaje,
complejo, completo, perfecto,
engranado como artefacto de un dios
ermitaño que solía mirarse a sí mismo.
Dar pasos en la arena lejana,
encontrarse con las rocas inmortales,
contener el llanto como forma de vida,
sostener el viento como una manzana
comer la manzana, respirar la manzana,
hacerse el viento, cruzar el silencio,
atravesar tu propio pecho, y respirar,
el sueño, la mirada, el cansancio, el dolor,
las sonrisas, la paciencia, la noche, la mujer,
la sombra, la hora, el temblor, el animal,
el orgullo, el deseo, el pasado, la calma.
Arrimarse a la sabana de la soledad,
envolverse como un capullo, dejarse,
alejarse del frio tétrico, atrincherarse
en uno mismo a escondidas de uno.
Arrullarse con el ruido del pensamiento,
conversar con la seda que construye
tu propio descanso, onírica posibilidad,
encender la lámpara que mece la luz.
Aproximarse al espejo más cercano
encontrarse con un desconocido:
Con un sordo, un ciego
un mudo, un extraño,
una máquina, un terror.
Hacerse el extraño.
—“No soy yo”.
Despertar, y repetir.
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Autor:
Jordan Sanchez ( Offline)
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Publicado:
13 de noviembre de 2018 a las 21:21
- Categoría: Reflexión
- Lecturas:
23
Comentarios1
me ha encantado totalmente.
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