PROFETA EN EL DESIERTO

Dentro de nosotros existe algo que no tiene nombre y eso es lo que realmente somos. 
Saramago

Escribo para los que leerán esta queja
para los que no quieran estar aquí
para los ciegos de tanta oscuridad
para los que transitan por este polvo sin recogerse
para los que prefieren estar cálidos
en este invierno disonante y atribulado

porque cada uno mora en su recámara
y las paredes apenas son visibles
para los que no ven los muros
ni siquiera ven los monstruos en sus armarios
escribo para los que no miran los espejos
y no se reconocen en nada ni en nadie
para los que son inocentes
de inocencia mortal y contagiosa

quiero dejarles unas palabras de advertencia
que puedan abofetear sus lastimadas almas
sus desoladas almas en busca de un dios
para aquellos que no se maravillaron por nada
para los que no ven lo evidente del dolor
para los que subliman sus dolores

Y les digo que no soy nadie
que soy solo un fantasma herido y lúcido
diluido en el espacio multidimensional
que mi desierto está más poblado de rosas
que sus palacios de piedra que se desmenuzarán
que vengan a mí, porque no tengo la verdad
que solo quiero saberles míos
talvez juntos podamos crear una evidencia
algo que nos salve del letargo existencial
hasta la nada y el olvido encarnizado
porque soy uno de ustedes
solo que desperté un buen día
justo antes de perder la vista y el olfato
antes de darme cuenta que todo es mentira

y quiero que atropellen este mundo
que se amontonen en un solo lugar
hasta que sientan que ya no son
sino una sola masa de sangre y grasa
que contraigan el espacio y el tiempo
que se reconozcan simples y desnudos
necios, atávicos, libres hasta la muerte

que nos ahoguemos en una lágrima
que brillemos como un rayo rojo en las tardes
que oscurezcamos por las noches
que albemos en las mañanas
que nos emocionemos con el giro del girasol
con el latido del músculo interno
con el plástico en el vientre de un ser marino
con la pólvora en el cerebro de los niños de oriente

que nos duela el pan que probamos en la lengua
mientras su vacío mora entre los pobres
que nos duela el frío de los que amanecen
entre cartones y embebidos en albas de hielo
porque nada vale la pena hasta cuando
sepamos que nada somos sin estas pocas certezas.