Sin palabras

Pasan los días y sé que seguirá corriendo este año y el que sigue, y el que sigue.

Sé que no habrá ola que te traiga de regreso, que no habrá noche que colme tu sueño, que no habrá mañana que ilumine tus ojos; que simplemente no habrá mañana.

Duele pensar que al caminar no tomarás mi mano, que no veré tus ojos llenarse de lágrimas de felicidad por mi momento, que no habrá abrazo de tu cuerpo tibio, que no escucharé tu voz diciéndome consejos. Duele, siempre duele.

Por años escuché tu voz como correr de río con el cauce lleno, vigoroso, fuerte, implacable, eterno… con esa confianza que me hacía pensar que correríamos juntos detrás de tus nietos. Y no fue eterno.

Llegó el veneno que invadió tu cuerpo, que nos robó la vida, que nos quitó el tiempo, ladrón de ilusiones, cruel invasor que lo tomó todo y dejó solo ausencia y silencio.

Se cristalizó tu esencia en el altar de mis anhelos y aunque no puedo tocarte al menos te sueño. Valiente caballero que me vio nacer, que me llevó del brazo al transcurrir el tiempo. Triste vacío me embargó esta tarde pues aunque es lo que más deseo, no caminarás conmigo al altar, mi viejo.

Alicia Acevedo Inzunza. Todos los derechos reservados ®