Cero, el silencio.
Una, una tribuna.
Dos, la aglomeración,
Tres, y a las cuatro
un alambre camina
en rubato.
Cinco el instinto.
Seis, y de siete a ocho
aparecéis consciente
entre tanto rollo.
Nueve, nadie se atreve.
Diez, me vuelvo pez.
Once, el mar se esconde.
Doce, y a la una,
tú alma tose y me arrulla.
A las trece me estremeces
y a las catorce me devuelves.
A las quince me siento lince,
luego son dieciséis,
y me pongo triste.
Diecisiete, veo el poniente.
A las dieciocho
entierro un rostro sordo.
Son diecinueve, el sol se conmueve.
Veinte y algo se siente.
Veintiuno; parece que es mi turno.
Veintidós; quedamos tú y yo.
Veintitrés el aire entre la sien.
Veinticuatro, te propongo un trato…
Se acabaron las horas.
Déjame volver a comenzar.
La hora veinticinco corre por mi cuenta.
- Autor: Jordan Sanchez ( Offline)
- Publicado: 21 de noviembre de 2018 a las 04:09
- Categoría: Amor
- Lecturas: 72
- Usuarios favoritos de este poema: Alberto Escobar
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