La primera razón para amarte
está hecha de fotones, es de luz,
aquella luz que no se queda en tus ojos, que se te escapa,
y que, fugitiva de tu piel morena clara
y de tu pelo de tormenta
va dando tumbos y retumbos
en oleajes y mareas y resacas
y penetra en mis pupilas.
Esa primera razón de enamorarme,
está hecha de conos y bastones,
que celebran en mis ojos los colores que no absorbes,
los matices de tu tez
y el contraste entre la luz que irradias
y el reflejo con que el sol te dibuja para mí.
La segunda razón que tengo para amarte
está hecha de ondas puras, son tus sonidos y tus ruidos,
que en sus crestas y sus valles
me regalan los tonos y las notas de tu voz y de tus risas
y el armónico, oscilante péndulo de tu caminar,
que, en marejadas o en marismas,
con sinfonía y desconcierto
hacen vibrantes mis oídos.
Esta, mi segunda razón de enamorarme
está hecha de altos y de bajos, agudos y graves,
que festejan en mis tímpanos y con saltos de tambor,
tu zumbido y tu suspiro, tu grito y tu silencio,
tu aletear de mariposa y tu silbido de saeta
y ese ritmo que le da al mío, el latido de tu corazón.
Hay una tercera razón para amarte
y está hecha de feromonas, de tu olor,
de la mezcla de perfumes que transpiras
y con tus acres y tus dulces,
con tus notas de limón, de azahar y de vainilla,
dando vuelos y revuelos, dando vueltas y revueltas,
en suave brisa o en torbellinos y en tornados;
como huracán gobiernan a mi olfato.
La tercera razón de enamorarme
está hecha de delirios hormonales,
que conspiran en mi entraña
bajo el influjo y la consigna de tu esencia,
hechizo, alquimia pura y brujería
que me encadena tras tu rastro, como a un sabueso enamorado.
La cuarta razón, aún es un misterio
y está hecha de tu dermis y epidermis, de un segundo,
fugaz instante con tu mano entre las mías,
feroz deseo de recorrer tu orografía,
lograr tus cimas y tus simas,
hacer contacto en tus llanuras y atravesar tus cordilleras
y con tacto suave, cultivarte en cada poro de tu piel y de tu alma
miles de flores, miles de besos y caricias.
Esta cuarta razón de enamorarme,
es el temor de tocarte y no tocarte,
que la rudeza de mi mano y lo reseco de mi tez
desgasten el brillo cobrizo que te envuelve
y mi zalea mal curtida no se alcance a redimir
en los milagros de tu piel.
La quinta razón es un anhelo todavía,
y está ahogada por salivas y sudores, es tu sabor,
atávica promesa de deleites, instinto predador,
locura puntual por probar tu umami,
sal y pimienta de la vida,
edulcorante gula revolucionaria,
que toca y se trastoca y se trastorna aquí en mi lengua
y se queda en mis papilas.
La quinta razón es profecía,
es querer de vuelta el paraíso,
es saborear la promesa de tus mieles y tus hieles,
derramados néctares y zumos,
alimento de los dioses en Olimpo
y maná que llueva en mis desiertos.
Y sí, aún hay una sexta razón para amarte,
y es la primera y la segunda y todas ellas
y es la sinrazón de mi razón
y está hecha de sinapsis y neuronas,
está hecha de sueños, de planes y promesas,
es la razón que te idealiza y me idealiza,
la que nos da forma y fondo, historia y prehistoria,
la que me crea en ti, la que te crea en mí.
Si hay alguna más, para romper el séptimo sello, qué más da,
es la sexta razón de enamorarme la que importa ahora,
es la razón de amarte porque te quiero amar,
es la egoísta, la ecuménica, es la holística, la que no impone ningún sentido,
es simplemente porque existo y porque existes, porque pienso y porque te pienso
y porque yo quiero pensarme contigo y porque yo quiero que existas conmigo…
- Autor: Aleph67 (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 22 de noviembre de 2018 a las 15:05
- Comentario del autor sobre el poema: Varios motivos que despiertan diferentes sentimientos que al fin y al cabo son la manifestación del amor a través de los sentidos y las sensaciones que esa persona especial me provoca...
- Categoría: Amor
- Lecturas: 37
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