La mar no entiende de vallas.
No soporta las fronteras.
Y no se arredra ante muros,
que frenen su enorme fuerza.
Crece y mengua sin temor,
no se afloja ante la ofensa.
Y su poderío despliega,
retando al depredador.
Nada al agua la detiene.
En la forma se contiene,
Y por cada hueco entra.
A todo cuerpo humedece,
No hay nada que la detenga,
en su serpenteante camino.
Ocupa cualquier resquicio.
Y en cualquier grieta se cuela.
Sobre el sendero los pasos,
que la piel terrea golpean.
No hay camino que resista,
la fuerza de su marea.
Cada paso un eslabón,
de la infinita cadena.
Cada pisada un aliento,
que a cada cuerpo alimenta.
En el rigor queda el verbo,
que se convierte en materia.
Y acorralado en la norma,
pierde su nítida esencia.
Revestido de entereza,
vence a su debilidad,
a su frágil entidad.
Más se encorseta la idea.
La libertad se derrama,
cuando ceden las maneras,
y las costuras se agrietan.
El tallo rompe la tierra,
que le oprime y le condena.
Así el aire se desliza,
por la más ínfima grieta.
Como un beso al corazón.
Ojos que en el interior otean,
a los más necios instintos.
A los hedores nocivos,
que a los sentidos vulneran.
Un fétido aliento nace,
cuando al verbo se condena.
Y una mirada perdida,
sin ver se oculta a si misma.
Franca y noble la mirada,
que va más allá de ella.
A.L.
http://alupego.blogspot.es
Comentarios1
Excelente !
Gracias, Lualpri
Un afectuoso saludo
Otro para ti.
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