Cuesta abajo se desliza,
sin apenas darse cuenta.
Pues la bajada es más fácil,
que trepar hasta la cima.
En un tobogán el niño,
disfruta con la caída.
Pero el peligro se encuentra,
al final de la bajada,
o en la cumbre de la cima.
Así subiendo y bajando,
como en una noria cíclica.
Dando bandazos el Hombre,
tropieza y luego se iza.
Como el árbol abatido,
que renace en sus cenizas.
La voluntad es la razón,
que levanta y que edifica.
Como la vida es dolor.
En un valle de amapolas,
se refugió entre sus hojas,
el miedo que le acosaba.
Y en la seda de sus pétalos,
fue renaciendo la calma.
En la noche las luciérnagas,
daban luz a su razón,
sumergida en el sopor,
ausente y amenazada.
Junto a la orilla del río,
conversó con la corriente.
Que ausente se deslizaba,
en su líquido albedrío.
Pero el rumor de sus aguas,
daba respuesta al suspiro,
que de sus labios brotaba.
Confesando los errores,
de sus andanzas pasadas.
Dando pábulo a los gritos,
miró tan dentro de si.
Que traspasó las fronteras,
de su propia indignación.
Airado, más sin rencor,
desafiando al infinito,
por semejante traición.
Se van callando los gritos,
desafiando a la razón.
Baja y sube cual tiovivo,
retando al tibio equilibrio.
Un vacilante autogiro,
que torna a su posición,
como vuelve al canto el grillo.
Dando a su ser la razón.
A.L.
http://alupego.blogspot.es
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