Toda emoción, es un parte meteorológico de lo que está
sucediendo fuera de nosotros, y como afecta a nuestro
equilibrio interno. Desoír estas señales, constituye un
riesgo equivalente, al que correría un caminante con
insensibilidad al dolor.Sin indicador de fatiga, que le
señale cuando puede seguir, o cuando debería detenerse,
sus piernas se acabarían quebrando. Lo mismo sucede
con los estados de ánimo. Si cerramos la puerta, al
mensaje de la tristeza, que nos invita a la reflexión y
a la transformación, cuando la crisis acabe emergiendo,
puede ser demasiado tarde.
Alguien permanentemente satisfecho con su vida y
con el mundo, no se esfuerza por mejorar disminuyendo
su rendimiento. De ello podemos concluir, que un nivel
exagerado de satisfacción, conduce a la pérdida del
sentido de la realidad, adormeciendo nuestras actitudes
personales, que muestran su brillo al enfrentarnos
a la crisis.
Comentarios1
Interesante y aguda reflexión.
MUCHAS GRACIAS JOSEAN100
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