AVISO DE AUSENCIA DE Verano Brisas
Ninguna
Ninguna
Mientras columnas de humo escapaban por los aires
de las entrañas del buque,
un estruendo sin fronteras se apoderaba del casco.
¡Fuego a bordooo! ¡Explotaron las calderaaas!
Su rostro estaba quemado y totalmente ennegrecido;
era una llaga sangrienta sobre la cubierta oscura.
Yo que siempre fui un marino soñador y decidido,
ordené con voz de trueno:
¡Recuerden el Birkenhead!
¡Primero las mujeres acompañando a los niños!
En tanto, aquel monumento de hollín,
de aceite y de tizne se doblegaba hacia el suelo
como una espiga de carne, entumecido y sin fuerza.
Esa noche era la última que navegaba en el mar,
porque en la próxima aurora,
cuando atracara en el puerto,
una mujer de ojos verdes y caderas como brasas
lo inmolaría en el dulce sacrificio del amor.
- Autor: 000 (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 20 de diciembre de 2018 a las 11:32
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 11
- Usuarios favoritos de este poema: El Hombre de la Rosa
Comentarios1
Un hermoso poema has escrito hoy para deleite del portal estimado amigo Verano Brisas
Un placer visitar tus letras
Saludos de amistad
El Hombre de la Rosa
Gracias Críspulo por tus constates apreciaciones.
Recibe mi cordial saludo.
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