Caminé por calles vacías sin dirección,
sin tener rumbo definido, ni destino,
con penas agudas en mi triste alma,
que dejaban cicatrices de intenso dolor.
El sol del ocaso dejé a mis espaldas
me adentré en las sombras de la noche,
tan oscuras como mi propia existencia,
tan densas como mi propia conciencia.
Mis pensamientos arrecian bravíamente
contra la dirección que el destino me da,
nublando mi entendimiento y mi razón,
sin sentir las cosas vanas del exterior.
En el fondo estuve para encontrarme,
para ver la luz del sol, pasaron años,
pero ahora estoy de pie frente al camino,
dispuesto a reiniciar la travesia de la vida.
La paciencia ha sido la clave para volver,
la confianza permanente mi armadura,
de la mano de Dios me he levantado,
y de la tuya por siempre caminaré.
Comentarios1
Muchas felicidades Evardo.
Gracias Luis... idem.
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