En el baúl de la venganza

Se cerraron las puertas,

los cristales de las ventanas se han hecho añicos,

el suspiro leve,

la calma, la ira, la sed, el remordimiento, la ausencia, la oscuridad, el alba,

la injuria, el desprecio, el castigo injusto, el despertar,

abrazaron el cuerpo rígido, semidesnudo y pálido.

La habitación derramaba lágrimas de humedad,

una fragancia nauseabunda expiraba cada rincón,

el beso frío de la dama del rencor lograron abrirle los ojos

en aquel cuerpo deteriorado,

en sus labios sintió la sed de la venganza,

su mirada comenzó a vivir,

el odio lo ha resucitado!

su carne se fortalece,

sus brazos se vuelven fuertes,

su voz tiene el tono de diez mil voces graves,

el olvido lo ha salvado!

su cuerpo es ágil

sus puños exclaman justicia,

él, ha vuelto de las tormentas!

el desprecio y la avaricia, le han dejado en su pecho la marca de la traición.

se llenaron sus ojos de frío,

se desgarraron cada línea de su mano,

se destiñeron sus cabellos

y el sol se los pinto de un oscuro color.

planto flores sin pétalos en su jardín seco,

rezo,

luego escupió su plegaria en vos alta,

desafío su destino,

abrió sus brazos,

levanto su mirada, enfermo de tantos olvidos,

sano de tantas maldiciones.

En dos, cien o mas noches planeo su exacta venganza,

esa injusta e irreprochable sed que imploraba su alma.

el aroma de la tierra mojada y de los azahares lo seducía a sentarse en el abismo,

la vida le contó un secreto en el canto de los pájaros,

la luna lo ilumino en la oscuridad,

acaricio con su cuerpo la hierba mojada

y se sintió parte de ella,

su alma a carcajadas jugaba en los árboles,

la calma le acaricio su frente,

sus ojos se comenzaron a cerrar,

su cuerpo a desnutrirse,

sus brazos quedaron débil,

sus puños se han abierto,

en su rostro dejo una sonrisa,

su alma sacio su sed,

con su mejor venganza,

para todos aquellos que le obsequiaron dolor,

dejo un efusivo cartel de muerto agradecido,

¡la paz lo ha matado!!

     Daniel Memmo