Mientras bebía cerveza

No encuentro motivo alguno para escribir,

Nada ni nadie lo vale

o bueno, no soy quien para juzgar, 

lo que para mi inspiraba y era musa lo dejó de ser sin más.

No me apetece llorar

Ni liberar lo que soy.

Me resigne con las miserias de lo que fue el sentimiento más feliz. 

Acepte tan poco. 

Me costó tanto. 

Ya nada me da resguardo.

El amor ha perdido sentido, y mi vida junto con el. 

Tanto que he deseado renacer y no encontrarme con ella.

Tantas maldiciones.

Tantos gritos ahogados en rencores.

Tantas ganas de salir corriendo y adentrarme en mis memorias para advertirme que no es por ahí, que seré mucho muy feliz con o sin ti,

que la plenitud se encontraba aquí, conmigo y no allá contigo,

no allá en tu indiferencia recalcitrante que se llevó todo de mi a su paso... 

Acepté miserias y miserias gané a pulso. 

No soy tan miserable, no creo ser tan mundano como para crecer en un plano tan burdo rodeado de mentiras, de caricias forzadas que dejaban marcada en mi piel la memoria de que me mentías.

La pesadez de mis ojos hacen la evidencia plena de que no doy más, no puedo y no quiero hacerlo, no quiero ir corriendo a los brazos de nadie y no quiero que nadie me espere,

quizá la soledad ha tomado otro significado,quizá ahora sea parte de mi o quizá nunca dejo de serlo.

Creo haber llorado lo suficiente, ya pedí lo que debía pedir, ya intento rescatarme y quiero hacerlo por mi y por el respeto hacia lo que alguna vez escribí.

Quiero ser yo, de nuevo, y de una forma nueva, auténtica, que se note que me rompí en mil pedazos y que sigo unido, semejante a una taza rota unida por el pegamento pues así mi ser diría: Soy tan valiente como estúpido, me deje caer al vacío esperando no romperme y me topé con ella, el accidente más hermoso que haya cometido.