LA HISTORIA DE LUZ DE DOMINGO
Parecía nacida para vivir en un continuo domingo
la niña que quería ser actriz, actriz de teatro
con preciosos cabellos rubios, con pizpireto semblante.
Pero, ya avanzada en edad, se puso enferma de una
larga enfermedad
para la que la ciencia podía no tener cura
y se sentó a hacer recuento: contó hasta cien, hasta mil,
la cruz sobre sus espaldas como un manto
de reina de fin de curso.
Cerró la puerta y contó hasta cien
hasta mil mientras tomaba un bocado
y cuando llegó hasta doscientos, perdió pie
y hasta el andar resuelto perdió de actriz sobre el escenario.
A veces se levantaba y andaba un poco
con los ojos azules sobre un fondo de incredulidad
pero ocurría a menudo que se le llenaban de arena
los ojos, y los párpados, al cerrarlos
le raspaban por dentro
por culpa de la arenilla.
Así pasaba las noches
y las veladas nocturnas dentro de su apartamento
lleno de estuches, cojines
en soledad casi trágica, y enchufes por todos lados.
Y aunque parecía estar instalada en un buen puesto
de trabajo, con un cargo en un banco muy bien pagado
era tan frágil, tan dulce
la luz de sus bellos ojos
tan como todos prefieren -el ideal de los hombres-
que se tumbó hecha un ovillo sobre el suelo lleno de polvo.
Y oyó coros y, entre bambalinas, murmullos
de camaradas atléticos y saltimbanquis
o como en día de estreno, ella sola
allá arriba, de pie sobre el escenario
o junto al oropel de los camerinos.
La tierra la quería suya:
dormidita la dejamos con el último suspiro.
- Autor: gaspar jover polo ( Offline)
- Publicado: 31 de diciembre de 2018 a las 08:42
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 53
- Usuarios favoritos de este poema: Diego Nicolás García Contreras, El Hombre de la Rosa
Comentarios1
Hermoso poema estimado amigo
Feliz entrada del nuevo 2019
Saludos de amistad
El Hombre de la Rosa
MUCHAS GRACIAS POR EL COMENTARIO Y TAMBIÉN FELIZ AÑO PARA TI
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