Me atreví a mirarme en un reflejo cualquiera, me daba un poco igual la forma, con un par de ojos desconocidos me bastaba. Qué mejor que yo frente al espejo: Sigo en coma. Atisbos de mí, de lo que era, alimentan de forma precaria a esta especie de “silueta”. A este mísero intento de mí.
Me encontré cayendo en espiral al hastío del pasado, sintiendo mis pies fríos al deambular por donde morí y mis manos gélidas por acariciar mi cara. Sentía frío. Abandono. Me ahogo en mi llanto. Un llanto ácido, del peor. De ese que no se llora, que no sana. Eso, quizá ha sido lo único que me ha dicho o hecho sentir que estoy vivo, ese llanto que quema, que cansa, me recuerda que aún soy capaz de sentir y de sentirme mal por como estoy sumido en la hipocresía del: “Estoy bien”. Tantas veces lo he repetido a los demás que me lo terminé creyendo y me terminé aguantando tantas ganas de escribir y de rescatarme.
De hacer algo por mi.
Tanto tiempo ignorando la forma en que temblaba de solo pensar o de solo sentir que sigo sumido en la miseria de la cual he querido escapar. De la cual detestaría darme cuenta que nunca ha dejado de estar ahí. De darme cuenta que en realidad siento un vacío en el pecho, siento un hueco enorme, casi como si quien escribe ahora fuera una simple y vaga mezcolanza de huesos, carne, sentimientos y no una alma, no una fuerza de amor o de inspiración… Ella me he hecho tanta falta. Extraño mucho su calor, su espontaneidad, su alegría y su habilidad para maravillarme con cualquier cosa, incluso con una hoja siendo desplazada por el viento. Extraño que ella brille en mí y para mi. Extraño lo que es sentirse lleno de alegría. Sentirme pleno. Sentir que tengo algo: habilidad, un don… O simplemente tiempo escribiendo.
Extraño la inspiración. Echo de menos la gallardía que me daba saber que la tenía, que era capaz de expresarme frente a quien sea y lo que dijera no sonaría burdo o incoherente. Extraño tener su coqueteo, a su tristeza, a su erotismo, a su abandono, a su juego de emociones que me regalaba por el hecho de estar pleno, por el hecho de estar contento. De estar bien conmigo. Buscando intimidad en la negrura de mi habitación sentí un repudio hacía cualquier clase de contacto. No toleraba que mis dedos siquiera se rozaran. Una ansiedad inenarrable evidenció, junto con unos fuertes latidos de esos que nublan vistas, que por fin había hilvanado las pistas de forma adecuada y pude escribir más de dos líneas mientras suspiraba.
Hace mucho que no me sentía tan relajado y no veía a las yemas de mis dedos tan contentas, hace mucho que no me quería tan muerto porque sólo así, le he dado otro valor a estar vivo.
- Autor: Moisés (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 5 de enero de 2019 a las 02:28
- Comentario del autor sobre el poema: No es un poema pero si es mi grito desesperado por ayudarme
- Categoría: Carta
- Lecturas: 25
- Usuarios favoritos de este poema: Mauro Enrique Lopez Z.
Comentarios1
Muy buena misiva amigo Moises
bambam desde Chihuahua
Saludos desde Guadalajara! Un abrazo
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