Escucha. Allá, en la distancia.
¿no lo oyes?
Es el sonido del silencio,
Que cuestiona cosas espantosas
Del espacio- tiempo
Pero no todos lo escuchan
Como tú,
Quisiera su eco revolcándose con mi hambre de saberes en las orejas,
Que encarnara en mi cerebro para lamer tu mente con mi lengua llena de letras y mensajes ocultos,
mente maldita por la fiebre alucinante de ambiciones físicas, de conformismos, de cotidianidad.
Quisiera poner en tu materia mi materia,
Y hacer una burbuja de café con tus ideas,
Que se cuelen como fantasmas muertos de aburrimiento.
Lo ves?
Claro que no, porque eres un hombre ciego de colores, ciego de luz, de verdades.
Haz vendido un ojo y medio para no ver lo que no resiste el corazón,
¡pobre ciego corazón! que no entiende que el que no ve es como el que no sabe, y el que no sabe no siente.
Quien no siente, está muerto.
¿y tú, estás muerto?
Porque, ¡que si la vida es el sueño de la muerte!
si hemos estado muerto todo este tiempo, y quien vive es el que se ha marchado para siempre,
Dime tú hombre simple si estás vivo!
¿Quien te dijo? ¿Quien te lo dijo?
Pero no puedes saberlo,
Porque nadie escucha el sonido del silencio, Nadie puede, nadie quiere.
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