LA DIGNIDAD DE LA EDAD
La dignidad humana no debería tener edad
y no se puede discriminar a los ancianos
porque son la base de nuestra sociedad
los que para caminar nos dieron sus manos.
¿Puede alguien olvidarse de su importancia
cuando sin ellos el presente no es posible?
O para vivirlo debemos tener la ignorancia
de hacer del pasado un recuerdo invisible?
No concibo la falta del respeto debido
ni la vil condena a la absoluta soledad
hacia los abuelos que nos han precedido
velando por la dignidad que conlleva su edad.
Más que ignorarlos debemos cuidarlos
porque su salud es mucho más sensible,
Más que descartarlos debemos sumarlos
por su experiencia de una riqueza insustituible.
MARCELA BARRIENTOS 01/10/2017 Copyright
DERECHOS DE AUTORA RESERVADOS
ARGENTINA
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Autor:
Marcela Barrientos (
Offline) - Publicado: 8 de enero de 2019 a las 20:09
- Categoría: Reflexión
- Lecturas: 44
- Usuarios favoritos de este poema: Lualpri, Ma. Gloria Carreón Zapata., María C.
Offline)
Comentarios3
Estoy de acuerdo contigo querida autora. ¿Cómo es posible que se les relegue y los tengan viviendo de limosnas con esas míseras jubilaciones? Cuantas injusticias se comenten en contra de estas sabias personas. Te felicito por tu gran reflexión. Un lujo leerte, te abrazo desde México.
Es una vergüenza, una falta de respeto sin dudas.Gracias por leer mi poema.
Precioso poema, Marcela... colplas que encierran como moraleja que debemos aceptar la vida con mucha dignidad
Comparto uno de mi autoría...
https://www.poemas-del-alma.com/blog/mostrar-poema-324217
Es así, el respeto a la vida misma siempre y a nuestros ancianos no dejarlos de lado.
Leeré su poema.
Saludos
Completamente de acuerdo, soy voluntaria en una Residencia y oigo comentarios de los mayores, y es tremendo.
Un saludo cordial
Es lindo escucharlos y que se sientan escuchados.
Eso si pero lo que cuentan estremece el corazón, tienen hijos y pasan de visitarlos, se sienten solos aunque estén acompañados, es lamentable sucedan esas cosas.
Es muy triste, es como considerarlos un estorbo.¡Qué pena!.
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