Los ojos rojos de tanto evitar llorar, la boca seca por lágrimas tragadas, la piel áspera por no ser acariciada por ti.
Mis ganas de hablar se han ido, mis palabras de amor no las escucharás, ¿Qué caso tiene ser lo que nunca he sido? ¿Cual caso el escribirle a tu amor que no es mío?
Las voces de mi cabeza honran tu partida, no hacen ningún ruido y no las culpo, no queremos olvidar tu risa. No he vuelto a sonreír, es una pérdida notoria porque al hacerlo, llega el recuerdo de tu sonrisa y no quiero olvidarla, no quiero recordar cuando te marchabas.
He decido ahogar mi sentido del olfato después de la tercera vez que olí tu perfume en la calle, me enojé mucho y maldije al destino por engañarme y me maldije a mi por forzarte a irte.
No merecíamos terminar así, quizá de una peor forma si, ambos odiandonos, deseando que estemos muertos pero de este modo en que terminó: Ese sentimiento de hartazgo en el inmenso mar de amor.
Lo que bien empieza bien acaba pero aquí hay que hacer excepción. Sigo dolido por tu ausencia, sigo perdido entre mi sombra, no encuentro forma a lo que soy y lo que yo era, en el olvido quedó.
Suspiro a suspiro me deshago de esta parte de tu alma que me pertenecía, no la quiero, no quiero, no quiero cargar con tu recuerdo ¿Qué caso tiene? Ya no probaré tu cuerpo ni besaré a tus mañanas, ya no oleré tu cabello y en mi ya no estarán tus uñas marcadas, repito ¿Qué caso tiene?
Para que tenerte presente si en ti ya no estoy presente, para que amarte con locura si cuando estaba contigo no me creíste nunca,
¿Para qué serte fiel? Cuando lo que más deseo son unas caricias tuyas, hacer el amor sin medida y quedemos cansados, desnudos, y quedes dormida en mi pecho... Como solíamos hacerlo, es increíble como ahora, todo queda en recuerdos.
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