Elegir el eterno de la calma
o el fragor de la gloria.
La molicie de gineceo o la
gloria de Troya.
El inmenso del púber o lo conciso
del adulto.
De la dulce atonía cotidiana al
vertiginoso frenesí del logro,
y volver a lo anodino, al dormitorio,
y morir por unos instantes.
Que la gloria sea reversible, breve.
Que el ansia de ser mortal no
desdeñe mi humilde jergón.
Que la ceguera, que el laurel del
triunfo no niegue la odisea de volver.
Pénelope sigue tejiendo el amor
y destejiendo la esperanza.
Laertes llorando el vacío trono,
espera a un hijo.
Ítaca me abrirá sus puertas.
Mi Ilíada transita del lecho a
la labor, mi Odisea el regreso.
No son veinte años, sí un suspiro.
- Autor: Albertín (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 13 de enero de 2019 a las 16:59
- Comentario del autor sobre el poema: Aquiles salió de la calidez del gineceo de Licomedes y de lo anodino para entregarse a la gloria de lo efímero y de la inmortalidad.
- Categoría: Espiritual
- Lecturas: 60
Comentarios2
Dominar la lúcida Grecia es en sí poético.
Un gran abrazo poeta sorprendente
Que más quisiera que dominar la cuna de nuestro saber. Necesitaría muchas vidas, que no tengo. Te lo devuelvo Tokki.
Muy hermoso....Saludos poéticos.
Igual. Gracias por tu primera visita, espero muchas más.
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