Allí estabas otra tarde
en silencio y pensativo,
la cachaba entre las manos
y mirando al infinito;
era un banco de aquel parque
y un lugar algo tranquilo,
indicado a las pestañas
y a la voz de los sentidos,
tú buscabas a lo lejos
esa infancia de los niños,
aquel tiempo, con los juegos
en que todo era distinto,
y en los labios, tu sonrisa,
se extendía con sigilo,
acercándose al pasado,
aunque fuera en un suspiro...
Y allí estabas con tus manos
protegiéndote del frío,
enseñando sus arrugas
del trabajo y sin un grito,
eran tiempos de descanso,
de paseos sin peligros,
estirando bien las horas
de la cena en el asilo,
y, de pronto, las pupilas
se cubrieron de rocío,
se rosaron y lloraron
sin lanzar ningún sonido,
y es que el tiempo no perdona
llega y cambia los destinos,
destrozando los proyectos
de princesas y castillos...
"...Allí estabas, en la tarde,
dulce anciano, entretenido,
con la vida y los recuerdos
de otros tiempos y testigos..."
Rafael Sánchez Ortega ©
10/01/19
Comentarios2
No tengo palabras para describir la hermosura de tus versos... Transmites esa nostalgia de la vejez, de los recuerdos idos..... Uffff Mil aplausos poeta, Te felicito.
Saludos poéticos.
Gracias por tu comentario sinmi.
Un saludo poético.
Cordial saludo
El poema me parece una bella pintura.
No hace falta ver la fotografía de arriba, para imaginarse la imagen del anciano. Como se funde su mirada con los recuerdos y hace esos gestos de nostalgia.
¡También las arrugas en sus manos!
¡Sí, es un bello poema!
Gracias por tu comentario Sierdi.
Un saludo.
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