En aquel bar

kavanarudén


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— Un café con leche por favor —.

— Enseguida se lo traigo señorita. ¿Alguna otra cosa más?—

— No gracias. Solo el café con leche —.

Se alejó el camarero y ahí quedó ella. Sumergida en sus pensamientos. Se había sentado en un lugar reservado, lejano de la entrada. Quería quietud y sosiego. Era uno de esos días en los que se sentía extraña y prefería su grata compañía. 

Al cabo de un rato regresó el camarero con lo pedido. Lo dejó en la mesa y sin decir palabra alguna, se retiró, como si quisiera respetar aquel momento, siendo discreto y respetuoso. 

Miró el café con leche y se deleitó con el tímido humo que despedía. Con su dedo índice derecho tocó el borde de la taza y la rodeo sintiendo su textura. Se sentía muy sensible, era capaz de captar el menor ruido, el más sutil aroma. De repente escuchó aquella melodía que tanto amaba y que resumía una fase de su vida: “Love me like you do” en la versión de Ellie Goulding. En forma inconsciente comenzó a tararearla. Love me like you do, lo-lo-love me like you do. Touch me like you do, to-to-touch me like you do (Ámame como lo haces tú, ámame como lo haces tú. Tócame como lo haces, tócame como solo lo haces tú). Quiso retener sus lágrimas. Se había prometido no llorar más por él. Ya lo había hecho tantas veces y, la verdad estaba cansada de ello. Quería pasar página, pero parece que mientras más se empeñaba en hacerlo, menos lo lograba. Cuando menos lo esperaba (como en esta ocasión), aparecía una canción, una fragancia, un recuerdo que la transportaban al pasado. 

Lo amó como a nadie jamás lo había hecho. Él le prometió cielo y tierra, amor eterno, fidelidad. ¡Fidelidad! ja (repite esa palabra y hace una mueca)  ¡Qué estúpida fui! Creerle, enamorarme, fantasear… El día que descubrió su infidelidad el mundo se le calló a sus pies. Su corazón se rompió en pedazos y aún llorar aquella traición descubierta a un mes de su ya planificado matrimonio. 

¡Ufffff! ¿Hasta cuándo, coño? ¿Hasta cuándo me va a seguir doliendo esto? 

Aspiró profundo. Con su mirada buscó al camarero y le hizo una señal para que le trajera la cuenta. Enseguida se aceró a su mesa y con una sonrisa amplia le dijo: Señorita, no se preocupe, el café con leche ya lo han pagado.

Contrajo su rostro, pasó su mano por los cabellos (un gesto inconsciente) y sorprendida preguntó ¿Lo han pagado? ¿Quién lo ha cancelado? 

Digamos que lo ha pagado la casa. Perdone usted mi atrevimiento. No pude evitar ver sus lágrimas y su retraído silencio. Sepa que quien ha sido la causa de ello es un ser vil, que no vale la pena. Es usted una mujer muy bella (perdone el atrevimiento) y confieso que la he visto en más de una ocasión. Encantado de verle siempre. 

Ella no salía de su asombro. Jamás se había fijado en él, aunque si había venido en más de una ocasión a este bar. Era un chico muy guapo.

¿Henry vienes un momento? - el dueño del establecimiento lo llamó en ese instante - 

Perdone usted señorita, tengo que ausentarme. Estoy trabajando. Ha sido un placer y espero verla muy pronto. Se retiró, no sin antes regalarle su más hermosa y amplia sonrisa. 

Ana se levantó y con paso firme se dirigió a la salida del local. Sentía la mirada de aquel joven que la acompañaba a cada paso que daba. Sus miradas se encontraron. Se sonrieron de nuevo. Llegó a la puerta y se perdió entre el bullicio y el gentío de aquella ciudad. 

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Comentarios +

Comentarios10

  • Edmundo Rodriguez

    Querido Amigo Kavi,
    Que buena historia,
    Ojalá Ana siga regresando.
    Sí, vuelve a ir me lo dices.
    Un gran abrazo

    • kavanarudén

      Cuenta con ello amigo.
      Me alegra que te haya gustado.
      Un fuerte abrazo
      Kavi

    • Carlos Eduardo

      Vulnerabilidades al aire.

      Un abrazo Kavi

      • kavanarudén

        Gracias hermano.
        Un fuerte abrazo de mi parte
        Kavi

      • Beatriz Blanca

        Bella historia Kavi, con final para completar con la imaginación. Eso si tú no piensas continuarla. Me encantan esas historias donde uno puede agregarle algo de si mismo.
        Es un placer leer lo que escribes con tanta maestría.
        Un abrazo grande hermanito querido







        • kavanarudén

          Mi hermanita del alma.
          Qué alegría me das la verte por este tu rinconcito poético.
          Dejo el final a la imaginación de cada quien, así pueden aportar, entrar en la misma historia y dejar un pedacito de ellas mismas.
          Otro abrazo fuerte de mi parte.
          Te quiero mucho.
          Kavi

        • alicia perez hernandez

          INTERESANTE E INTENSA
          MUCHAS COSAS PASAN ANTE
          UNA TASA DE CAFÉ, COMO ESTE
          HERMOSO RELATO QUE HE QUEDADO ENCANTADA DE LEER.
          ABRAZOS MIL MI BELLO KAVI
          CON MIS TE QUIERO MARESSSSS

          • kavanarudén

            MUY AGRADECIDO MI ALICIA DEL ALMA QUERIDA.
            CIERTO TU COMENTARIO, TANTAS COSAS PASAN DELANTE DE UNA TAZA DE CAFÉ
            ME ALEGRA QUE HAYA SIDO DE TU AGRADO
            TE QUIERO MUCHISÁSIMO Y UN POQUITO MÁS 🙂

          • Anton C. Faya

            Que bien lo haces Kavi... No era facil de transmitir esta escena... Fluido fue, testigo privilegiado con tu relato....
            Abrazo hermano...

            • kavanarudén

              Antón, amigo y poeta del alma.
              Siempre un placer recibirte en este tu rinconcito poético.
              Me alegra que te haya gustado y que haya logrado trasmitir algo en ese relato, nacido de mi pluma al atardecer.
              Otro fuerte abrazo de mi parte.
              Kavi

            • Lidia

              Una interesante historia, semejante a muchas de la vida real. Dime amigo, quien no ha sufrido el dolor de un desengaño, sea hombre o mujer y duele más aun, cuando uno se da cuenta de su equivocación, de amar a quien no te amaba. Un fuerte abrazo.

              • kavanarudén

                Así mismo es mi Lidia querida.
                Todos hemos sufrido el dolor de un amor no correspondido y que nos ha traicionado, fue lo que quise reflejar en mis letras de hoy, en esta pequeña historia.
                Te mando un fuerte, fuerte abrazo y mil bendiciones
                Kavi

              • Nhylath

                ¡Interesante relato !...(¿el final lo has dejado a nuestra imaginación o... continuará?)...
                Abrazos y bendiciones !

                • kavanarudén

                  Lo he dejado a la imaginación. Que cada quien escriba la continuación del mismo. Lo he querido dejar en suspenso para involucrar al lector.
                  Gracias por pasar y dejar tu comentario mi querida amiga y paisana del alma.
                  Un fuerte abrazo y mil bendiciones
                  Kavi

                • María C.

                  Eres genial escribiendo.
                  Un petonet
                  TVB

                  • kavanarudén

                    Gracia amiga
                    Todo gracias a la musa.
                    Un fuerte abrazo
                    TVB anche io mia cara amica.

                  • David Arthur

                    Hermoso cuento Kavi con mucho sensibilidad. Me quedé esperando que ella regresaría pronto para tomar de nuevo su café y por cierto, para ver otra vez el camarero.

                    Un abrazo amigo,
                    David

                    • kavanarudén

                      Mi amigo y hermano de letras.
                      He querido dejarlo en suspenso para que el lector continúe la historia como le agrade.
                      Pensaba continuarla, pero al final quise involucrar a quien tiene la paciencia de leerme.
                      Otro fuerte abrazo de mi parte.

                    • Hugo Emilio Ocanto

                      Una historia bella y brillante, Kavi.
                      Si yo pudiese escribir...
                      Haría volver a Ana al bar. Pienso que con su gesto y actitud, Henry se ha enamorado de Ana. Y Ana... tendría que volver...
                      Cuando se siente en el corazón desamor, con el tiempo, éste desea volver a sentir amor...
                      ¿Volverá?
                      Decídelo tú , poeta-escritor.
                      Un abrazo, hermano.
                      Hugo Emilio.



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