A Ramiro, mi padre…
No llegaba la mañana solo se apreciaba la noche en su fin,
cuando vaso en mano saboreando el delicioso tinto que
mi madre ya había colado,
de pie y en la puerta
de la cocina nos encontrábamos después del
descanso habitual.
Esa risa, su murmullo alegre
enseñaba su buena noche pasada al lado de su eterno amor.
Cantos enrollados en silbidos se oían en su ducha,
siempre alegre, siempre risueño,
esperaba para afrontar su jornada llena de muchas responsabilidades,
Asì comenzaba su día, ¡y que día!, ¡qué días esos tan bellos!,
tan llenos de armonía, sin pobreza espiritual, asì lo material no
fuese en abundancia, solo había una riqueza……..la de la unidad
Familiar;
esa por la que luchó, por la que se esforzó,
esa por lo que siempre fue un gran ejemplo,
ejemplo para sus hijos y para los hijos de otros padres.
Lo más bello que lo rodeo en su vida, hasta ese instante
de aquel sábado a comienzos de mayo, cuando se despidió
ante sus cuatro pendones, fue su simpatía, la misma
que lo hizo tierno, sublime, atractivo, y demasiado caballeroso.
¡Qué paradigmas me diste!, busco en ellos mucho de ti para poder llegar a ser tan lleno de sabiduría como lo fue él.
Me has dejado lo que quiero dejarles a los míos; el mejor camino para
que el invierno, si llega,
no inunde su paso.
Para que, a pesar de lo impune,
que son algunos actos no reales de quienes nos rodean,
solo ellos, puedan ver la luz cuando se apaguen ciertas luces.
Y que para transportar cargas muy pesadas, sean leves sus esfuerzos.
Por. Carlos Alberto Lenis García.
- Autor: carlenisg1 ( Offline)
- Publicado: 20 de enero de 2019 a las 20:40
- Categoría: Familia
- Lecturas: 35
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