Últimas horas

No es solo arquitectura de esta habitación carnívora,
ni la sombra debajo de los dedos del pie,
ni el tremendo gato con los ojos aferrados y estrellados:
Es la simpleza brutal de este momento.

Bien sabido es por mi sabana que tu llegada…
Es una leyenda: Dolorosa tradición oral de mis huesos.

Hay quien prolonga su mito, milenios: amor infinito,
pergamino de espíritu imbatible; diluvio sometido
entre el ahogamiento de los colores de aquellos ojos…
tan filosos, tan acuarela, tan ocasos, tan oscuros,
tan abandonados en otros ojos, tan encontrados en otros ojos.
Tan estelares: Tan irreales, y reales.

Palidecen las luces de luna a luna y de camino en camino.
Dicen que te extingues, que los vientos te llevan a alguna parte,
segura de mí, lejana de mí, enterrada de mí.
Dicen que soberbia te desvaneces entre bosques azules,
que con los parpados llenos de futuro caminas sin detenerte,
que sobre tu pie va la naturaleza sospechosa y te llama,
y no te alcanza.
Dicen que te han visto entre mis reflejos, en mis pupilas,
en mis mares helados. Pueda ser.

No hay nada más triste esta noche de enero,
que saber que estás en todas partes,
pero en ningún  sitio.
Que te apagas y te apagas.
Que oscura en tu sitio descansas.
Y que te miro, y que sigues sin ser tú la que me mira.