Pudo haber sido hoy, ayer, o hace poco, no lo sé.
Lo único que sé, es que ahora disfruto
mis lágrimas, las suyas
sus ojos, los míos
mis risas, las suyas
y mi nombre en los dulces labios, que segundos poseí, pero por horas poseeré.
Ahora no hay miedo más grande, que mi cuerpo sin su abrazo, y su boca sin mi llamado.
No existe mayor satisfacción, que saber desde el alba, que la droga se esfumará,
que visitarás la cruel colina y la apática noche, y que la pluma que tiño mis desgracias
e invocó mi muerte, pinte ahora mi sonrisa en la libreta de las recetas, y me regrese la vida.
Hay un gato en el árbol que me hacía compañía, el árbol de los feroces silbidos.
Quizás ya deba metaforizarlo distinto, con mi música, o la suya,
convertirme en lo que desea, volver a oler el perfume, junto a un lamido tierno de confite silencio,
mis dedos a su cabeza, el pulgar sobre su labio, esta vez no su frente, mi beso sobre sus palabras,
amanecer boca arriba, cual abejorro sin esperanza, habiendo cumplido el sueño, que me diste.
Algún día sabré que hacer con todo eso que regresó
quizás abanderarlo en el altozano poético
tratar de verlo en la última ráfaga de luz
o solamente grabarlo en las palabras definitivas.
- Autor: Denil Agüero (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 22 de enero de 2019 a las 20:39
- Comentario del autor sobre el poema: Solamente lo grabé en palabras. ¿Sabes amor? Muchas veces nos falló la práctica.
- Categoría: Amor
- Lecturas: 28
- Usuarios favoritos de este poema: Daniel Memmo
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