A la mujer de ojos tan tristes,
tan lejanos, tan muerte y despedida,
pero de sonrisa rutilante y espesa,
la tuve en mi pecho…
Yo…
El hombre de ojos sonrientes,
tan cercanos como luna de octubre,
que dicen “aquí estoy” en cada mirada
y rompen cada regla, norma, guía.
Y bailé con sus pezones
Merodeé su morada
Retuve el aire diez veces
Me sumergí en su cabellera
Se iluminó su oscuridad,
su eterna ansia de despedida
Se oscureció mi seguridad,
mis respuestas premeditadas
Burló todos mis sistemas
Me reconocí, aunque distinto
Se reconoció, aunque trémula
Aspiré su esencia en un vaivén
Y la quise.
- Autor: Julio César Santana ( Offline)
- Publicado: 27 de enero de 2019 a las 22:12
- Categoría: Erótico
- Lecturas: 79
- Usuarios favoritos de este poema: E. Esposito
Comentarios2
Me pareció un buen poema. Saludos.
Estimado, las imágenes que aquí trabaja son preciosas. Una voz poética sensual como las curvas que esboza el poema. Erótico, contrario a lo que normalmente pasa, es un adjetivo que se ajusta perfectamente a estos versos.
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