Cayó la tarde en la playa. El sol salió de la bóveda del cielo, empezó a entrar a la bóveda del agua y se posó sobre el horizonte. Majestuoso pintó arreboles de todos los colores sobre el cielo y sobre la humanidad que estaba ahí para presenciar aquel espectáculo. Rojos, morados y naranjas surcaban los aires mientras la gente maravillada apreciaba la vista, cada uno a su manera, algunos a través del lente de sus cámaras y otros con nuestras vistas desnudas.
Luego se hizo de noche, y todo se volvió penumbra entre la bóveda del cielo y la bóveda del agua. No era posible ver claramente la distinción, todo se fusionó en una penumbra azulosa. Luces lejanas del malecón pintaban una sombra, que pertenecía a mi silueta.
Decidí adentrar los pies en el agua cristalina, y pude apreciar como las olas llevaban y traían corrientes turbidíticas de arena, que se metían sobre las yemas de mis dedos y volvían a salir, hundiendo mis pies en la arena. Iban y venían, con un compás de suspenso. Mientras el agua pasaba por mis pies, sentía el arrullo de las olas. Dirigí mi vista hacia adelante, y vi la calma del mar, estático, expectante. Se asomó la luna llena, con su séquito de estrellas, y su reflejo me permitió trazar el horizonte entre la bóveda del cielo y la bóveda del agua. Y me permitió ver la vasta inmensidad que estaba al frente mío. Aquella inmensidad me sumergió, al mismo tiempo que las olas seguían arrullándome, pasando agua y arena a través de las yemas de mis dedos. Adelante, y atrás. Adelante, y atrás.
Me encontré allí, en el medio de la inmensidad, también a la expectativa. Sentí estar ad portas de algo grande. Como el protagonista de una película que llega al final del relato. Esperando la revelación absoluta, el final de su búsqueda. Aquel punto de inflexión que le permita definirse y concluir su historia. Luego miré hacia la bóveda de los cielos, hacia el fondo, más allá de las boyas, más allá de las islas, más allá de los barcos. Imaginé una vida diferente, del otro lado del mar. Y supe en ese momento, que es la vida que tengo que buscar.
El mar, creándome la expectativa en las yemas de mis dedos, y mostrándome el mundo hacia adelante, me mostró que es mi momento de partir.
- Autor: victor_garcia ( Offline)
- Publicado: 1 de febrero de 2019 a las 00:27
- Categoría: Reflexión
- Lecturas: 41
- Usuarios favoritos de este poema: Scarlett-Oru
Comentarios1
El mar, creándome la expectativa en las yemas de mis dedos, y mostrándome el mundo hacia adelante, me mostró que es mi momento de partir...
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.