Cuando la luz no entre
por mi ventana
y los visillos yertos sean
pétreas imágenes, gritaré.
Y no oiré el lamento de los muebles
y no llorarán las lámparas del techo.
Mi cama, pradera inhóspita de renos,
dormirá conmigo cada atardecer,
pediré iluminar la estancia
pero no hallaré el aroma
ni aquellos labios esparcidos
como mariposas inquietas
restregadas por las paredes.
El silbido del tiempo queriendo
penetrar
por la cristalera. Mis palabras.
Sacaré los zapatos al balcón
y los retiraré el cinco de enero.
Soy el cadáver de mi mismo
la radiografía velada por
una enfermedad inexistente.
Calló el chamarí que cantaba
en el óleo de mi cabecera
y hasta se rompió aquel retrato
harto de soportar el mismo marco.
Papel de fumar que transpira
pasiones de otra celdilla,
noches de insomnio. Lágrimas
secas que calan mi piel.
Sinfonía inacabada.
Tiembla mi brazo al cerrar
la carcomida puerta.
- Autor: J.R. Infante (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 1 de febrero de 2019 a las 06:21
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 50
- Usuarios favoritos de este poema: mariapdfoxa
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