¿Te has dado cuenta de todo lo que causas en mí?
De qué manera te lo explico y que a la misma vez lo vayas entendiendo, vida mía, el no tenerte entre mis brazos, es la más lenta de las agonías, porque no me hallo sin ti, y no hay un instante que no te cruces por mi mente.
Tu sabor, lo llevo en mis labios como el más exquisito de los placeres, tu olor en el aire me dice que estas cerca y al mismo tiempo tan lejana, que quisiera romper la distancia, esa que las circunstancias de la vida pone entre nosotros.
No me sé sin ti, eres ese vicio de mi piel, que mi mente pide más y más y no sé cómo calmar las ansias de no tenerte aquí.
Mi vida ya no es la misma desde tu regreso, te sueño te despierto, te cómo, te bebo y te fumo todo el día, pero nada sacia esta necesidad.
Sueño con tu piel, suave terciopelo, perfumada y frágil como papel, la cual, mis dedos recorren con la más dulce de las calmas y las más desesperadas de mis ganas, comienzo por tu cuello, tierno, tibio, sensible y receptivos a mis besos, mis labios lascivos e impuros buscan arrancar gemidos de tu alma y así continuo con solo mis labios y mis dedos, recorriéndote poco a poco hasta a el camino que dibujan las colinas de tus pechos, firmes y de tersa piel de durazno, dulces y maduros, en su punto exacto, tus piernas cual dos extensiones de árbol listos a recibirme en su cálida estrechez donde pierdo todos mis sentidos bajo su sombra.
Maravillado por la belleza natural del paisaje lleno de formas y aromas distintos, ahí es donde pausare mi viaje, en ese rio de doble caída, abierto en opuestas direcciones, insinuando a una invitación a sumergirse en él.
Bebí de su agua limpia y cristalina para calmar mi sed, sed de ti.
Me deje llevar por la fuerza de su corriente y así sin más me hundía en la calidez de su flujo, donde golpe a golpe menguaba mis fuerzas, empezaste con la marea suave y tierna y el ocaso te revelo fuerte y salvaje, agitando todo mi ser para vaciar en ti, mi fiebre otoñal con el temblor de mi cuerpo, después del largo rato de luchar contra esa fuerza, terminar cansado y satisfecho.
Naufrague hasta tu orilla donde una tormenta de besos y caricias ya aguardaban por mí, en esa fiesta del deseo que culminamos en la hoguera de la pasión, para nuevamente continuar camino con la fiel promesa de volver a tu tierra donde mi corazón busca echar raíces y no tener que partir otra vez.
Comentarios2
Muy bonito.
Gracias
Luis
Por nada tocayo
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