Llevábamos caminos
Que eran de diferentes rutas.
Que no se cruzaban.
Que no se encontraban.
Sin saberlo, ni quererlo
De pronto y sin notarlo
Los caminos se cruzaron
Sin poder evitarlo.
El impacto no lo pude esquivar.
Fue pura casualidad.
Un conjuro de una hechicera.
Un embrujo, fue magia
En el que caí sin temor.
Más al verla
Pensé que la conocía desde antes.
Conocerla sin conocerla.
Fue un golpe de impactos hechizantes.
Después fue locura y pasión
En la que ella me envolvió
Con su fatal seducción.
Cargada de sonrisas
Y tiernas miradas.
Me llenó de su dulzura.
Me embriagó con su locura.
Me abrazó con su corazón
En mi alma se encerró
Me encadenó con su ternura.
Me narró sus penas
Me cortó las venas.
Sin darme cuenta que no debía
Pero no lo concebía
O no lo quería aceptar.
No quería creerlo.
Algo me mandaba mensajes
Que me obligaban a mirarla
Que me ordenaban quererla
Sin poder y sin querer
La amé como a nadie
La adoré como a ninguna.
Por ella quise al mundo.
Por ella reí y lloré.
Hasta que obligado
Por la razón
Y tras difícil decisión
Tuve que aceptarlo
No debía mirarla
Una voz me condenaba
Una pena me destrozaba
Un infierno me calcinaba
Era la razón o la sinrazón.
Pecado de amor.
Mis ojos ardían.
Mi alma se consumía.
El pecado me condenaba.
Era yo o el infierno.
Debía mirar para otro lado
No mires a la mujer ajena.
Dejando caer el telón
Los deseos se volvieron oscuros
Me cortaron las alas
Me colocaron una máscara
De mirada triste
Obra que no pude entender
Era un hasta aquí nomás.
Hoy o nunca.
No hay marcha atrás.
Desde entonces
He visto vivir a un hombre
Con un puñal en el pecho
Y no morir desangrado.
Autor: Antonio Encinas Carranza
De: Lima, Perú.
D. R.
- Autor: Antonio Encinas Carranza ( Offline)
- Publicado: 4 de febrero de 2019 a las 09:51
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 62
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