Tú eres el piano, y yo, las manos,
que mientras la luna brillaba surcando
la palidez de tu cuerpo, de tus teclas,
me senté en el taburete y te quise contemplar,
agité mis manos por el pantalón para sacar nervios,
para adormilar la pasión del momento
y no te toqué;
Fueron las estrellas, la luna, las culpables
de añadir nocturnancia a tu cuerpo,
y hacerlo un ángel, un producto de deleite,
y así comencé a tocar.
Acaricié tu rostro, tus teclas graves,
yendo en crescendo por tus curvas,
moviendo mis manos al compás
de tus te quiero en la partitura,
de tus gemidos de amor por el pentagrama.
Y así comenzó la noche, tenue,
si… la… do… mi…
Y cuando la luna se ubicaba sobre nuestras frentes,
e incluso ya cuando se ocultaba,
seguía el concierto,
donde la pasión, los te quiero, los gemidos,
se volcaron en tu blancura, tu cuerpo,
sobre tus besos, tus abrazos,
sobre el piano.
- Autor: Kazuo (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 4 de febrero de 2019 a las 12:00
- Categoría: Amor
- Lecturas: 8
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