Fuera del mundo, del feroz maleficio.
De la noche enferma y el cielo atroz,
fuera y fuera de la hecatombe de la costumbre:
atrevida escama de un mar inconsciente,
silueta silueta silueta de la arena encadenada,
a la paz, al infierno, al trébol de 4 más 4,
tan fuera del mundo sostenido en telones infinitos
que se caen los ojos, enormes como planetas.
Y con las cuencas vacías ha de llegar un alma con paraguas.
Un alma encerrada en una gota de sudor ansiosa.
Digo que tras las paredes que invaden nuestra libertad,
habitan mil mundos, lejanos de la vista franca y el sosiego,
las tardes como monstruos abandonados en un rojo quemante,
los parques llenos de flores emancipadas de tierra,
los relojes a contratiempo con una mano en la muerte y otra en la vida.
Sale uno, sale otro, salen todos, escoltados por oxígeno,
labrado en el seno de los hombres, del humo-vida que nos arropa,
tendido de partículas de cambios y cambios, arrebatados espasmos
que atiborran los cuarteles de la vida misma: No hay espacio.
Abstraído de la atmosfera como un astronauta muriendo
en la infinidad del bello vacío, del eco estratosférico de un nombre perdido,
¡ay! cómo van los animales de la personalidad cayendo:
como meteoros,
dulcemente,
tontamente,
insanamente viciosamente,
de las manos agarrados, como hermanos,
como pétalos amarrados a su silencio trepador,
como canes sin colmillos de reserva,
taciturnamente cayendo con los oídos bien cerrados.
¿Cómo ser de este mundo roído en una cicatriz finamente zodiacal,
azarosa como el naipe de las mil manos, tenebroso como sí mismo?
Y la mirada extravío de otros tiempos, lumbre de noche:
galáctica inexorable e infinita mirada sedante del mundo,
afuera afuera, solamente afuera.
Tan afuera, que vuelva una y otra vez y no vuelva, y sí vuelva…
- Autor: Jordan Sanchez ( Offline)
- Publicado: 7 de febrero de 2019 a las 01:18
- Categoría: Reflexión
- Lecturas: 23
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