-Recuerdo que al morir mi padre, quedamos quebrados, en todos los sentidos y buscábamos reconfigurarnos como familia. -
Con voz pausada, Sebastián comentaba un pasaje de su vida, a Oscar un amigo de oscuros recursos, con quién hacían algunos negocios en la venta de copias de pintores famosos.
Mientras vaciaban unos de los tantos vasos de licor tomados en ese trasnochado bar cercano al puerto, los dos conversaban hacia el inevitable acuerdo al que Oscar pretendía y Sebastián necesitaba.
Sebastián, relataba sobre su inicio en el trabajo del arte y su habilidad para copiar con destreza, las técnicas más variadas.
-Mi madre con cincuenta y dos años y una profunda pena, quedó como cabeza de familia. Ella, en apariencia, podía ser todo menos una regente de los destinos familiares.
Leonor, que así se llamaba, disponía de esa inteligencia innata, con múltiples habilidades personales, unidas a una concepción aleatoriamente liberal .
Muy carismática, siempre tenía una pléyade de amistades, generalmente jóvenes. Pero recuerdo que por ese entonces, venía de visita una amiga, señora de unos ochenta y cinco años, francesa, madame Dridri. Mujer de enorme talla y carácter muy fuerte, había sido corresponsal de guerra durante el conflicto del canal de Suez. Una mujer extraordinaria a prueba de balas, nos fue imprescindible en esas instancias y mi madre tomó a su amiga como un ejemplo superador, ante las dificultades.-
- Siempre iba vestida con ropas cómodas de color arena, pollera amplia y una chaqueta tipo militar, calzada con unos borceguíes de escaso taco. Superaba el metro ochenta y aún guardaba belleza complementada con una mirada vivaz.-
Sebastián, en este punto, hizo un silencio profundo ocultándose tras el cristal del vaso, para continuar diciendo.
-Como te decía, mi familia se redujo a mi madre y sus tres hijos, del cual yo era el menor. Como el mayor ya era oficial de la armada, decidimos trasladarnos desde la capital, hasta la base naval, donde revestía su destino de guardiamarina.
Recuerdo el viaje en tren, por las extensas pampas que en medio de una feroz sequía, nos recibía con un paisaje surrealista, donde se veían innumerables osamentas veladas por una bruma de polvo seco, tanto era el polvo en suspensión, que debimos calafatear los intersticios de la ventana del camarote, con toallas húmedas . Así llegamos acá, allá por los 60’.-
Oscar, miraba con ojos inciertos atormentados por el alcohol, asintiendo los dichos cada tanto, casi mimetizado en ese penumbroso ambiente del bar.
-Te hago corto el relato de los próximos veinte años-, Arrancó Sebastián, como despertando súbitamente del sopor, - Luchamos de mil maneras, para una sobrevivencia decorosa.
Trabaje en varios lugares y otras tantas veces quedé sin trabajo y en esos momentos difíciles, mi madre tomaba los ímpetus de madame Dridri y remolcaba el barco, con mucha inventiva.-
-Para que te des cuenta de su empuje, va esta anécdota, ya que me preguntaste cómo llegué al arte de pintar .-
Oscar, ante la derivación del relato, abrió con forzada inquietud sus ojos, aprestándose a rematar su propuesta.
El rostro de Sebastián, se iluminaba en el recuerdo y mientras pedía otra ronda, continuó diciendo.
-Estábamos muy mal económicamente y a mi vieja se le ocurrió que podía utilizar mis habilidades pictóricas, con provecho dinerario.
En una ocasión, había visto cómo con mi hermano José, discutíamos si yo podía pintar un cuadro que veíamos en un libro de arte.
Era un retrato, si no recuerdo mal, de Rubens, como tengo un carácter muy parecido a mi madre, tomé el desafío y lo ejecuté en no mas de media hora. Utilizando los elementos que ella atesoraba, ya que pintaba desde muy joven, habiendo ella estudiado con los mejores maestros del país, tenía un profundo conocimiento del tema .
Al verme pintar, mi primer cuadro, ya que jamás lo había hecho antes, quedó en trance y sin decir palabra paso la noche observándolo, por momentos sus ojos se humedecían, por lo que suponía su propia frustración artística, hasta que llegó el día y tras el desayuno se fue con destino incierto.-
Hubo un largo silencio, donde los hombres escanciaron sus bebidas.Sebastián con adustez, continuó el relato.
-Pasaron las horas, ya preocupado por que se hacía medio día y la cocina estaba en silencio, cuando veo que se abre la puerta y mi madre aparece exultante, diciendo mientras arrastraba una gran tabla de madera, Sebastián tenés que pintar un cuadro de Boucher, de un metro por uno cincuenta, con la voz más baja posible continuó, es para un respaldo de cama y se puso a reír, como una loca, mientras me mostraba el dinero del anticipo.
Yo pinte los personajes y ella hizo el fondo, de una escena campestre de rebuscado diseño, tardamos dos días.
Luego de eso, me transformé en cada uno de los más famosos pintores de todos los tiempos, increíblemente, me salían bien y pudimos comer por largo tiempo, hasta que pasó lo que ya sabés-
Es entonces, que el amigo de Sebastián, se incorpora levemente, abriendo su boca sin que el sonido surja en palabras.
Sebastián, empinando el vaso vacío, hace un gesto disgustado, cuando su amigo comienza su confuso discurso.
-Mirá hermano, fue una casualidad que el destino y la necesidad, te llevara al arte de pintar…., pero hoy estamos…, sí estamos en un inconfundible apuro……………, sé que soy el responsable de este inconveniente…, mirá, yo le puse firma a los últimos cuadros, así le sacaba más plata.
El gordo, es un bruto, pensé que no se daría cuenta…, qué sabía yo que iba a querer revenderlo en Europa…., estaba bien hecho, ni yo me hubiese dado cuenta….
Pensaba darte la diferencia…, no te iba a estafar a vos…, además tengo otros pedidos…., pero el gordo está enojado y temo lo peor.-
Sebastián, como si no hubiese escuchado a su amigo, miraba su vaso vacío e hizo el ademán de pedir otra bebida, quizá pensando en la frustración de su madre con el arte y por qué no la suya.
Al mismo tiempo, entran por la puerta, el gordo y dos tipos más, buscando con gesto adusto al amigo de Sebastián.
- Autor: Esteban Couceyro (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 12 de febrero de 2019 a las 09:25
- Categoría: Surrealista
- Lecturas: 29
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Comentarios1
Ups, pobre amigo de Sebastián.
Un mundo de claros oscuros..., justamente en la pintura.
Un abrazo.
Esteban
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